¿Has estado mucho tiempo separado de un familiar por un conflicto? ¿Es tu respuesta habitual al conflicto huir o atacar? ¿Estás sin esperanza de cambiar?
Un amigo observó acerca del conflicto perpetuo entre él y su hermano, “Hay un perro bravo dormido entre mi hermano y yo. No creo que Dios tenga el poder para controlarlo”. Fue una confesión de falta de fe, “Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!” Pensamos que es más fácil para Dios arrojar una montaña al mar que cambiar un corazón duro. Por eso, los pacificadores dicen:
Nunca es tarde para empezar a hacer lo correcto.
Desde hace dos años mis hijos salieron de la casa para vivir lejos de nosotros. El Espíritu me mostró que durante los años en mi afán de ser buen padre desarrolle hábitos de comunicarme duro con mis hijos. Vivir la vida reconciliada demandaba una confesión.
Luchaba en mi corazón con muchos pretextos para no hacerlo. “Ya soy diferente. No les hablo duro ahora. Han pasado tantos años que dudo que valga la pena.” El Espíritu no me dejaba en paz. Tenía que pedirles perdón antes de su salida del hogar en que habían crecido.
Meditaba sobre los siete elementos de la confesión en cuanto a mi relación con mis hijos:
Diríjase a todas las personas involucradas – incluía a su mamá
Evite usar “si”, “pero”, “tal vez” y “es que.” – mis intenciones de ser buen padre no eran pretexto por mi pecado de hablarles duro.
Reconozca concretamente – Cuando les hablaba demasiado duro estaba pecando.
Reconozca el daño – Causaba dolor innecesario y les sacrificaba con mis palabras sobre el altar al ídolo de ser reconocido como buen padre.
Acepte las consecuencias – Resultó en hábitos de que ellos hablaban duro a sus amigos y tenían temor de hablar la verdad a su papá.
Cambie su comportamiento – Les prometí examinar mi propio corazón y pensar bien mis palabras antes de hablar.
Pida perdón
Logré confesar y me perdonaron. Jamás he tenido una relación mejor con ellos. Fue difícil pero cada vez es más fácil. Siempre es una bendición. Nunca es tarde para empezar a hacer lo correcto.
Adaptado de El Pacificador, una guia bíblica a la solución de conflictos personales, Ken Sande, (RDM, 1ª edición, 2000 1ª impresión en español).
Seamos fieles siguiendo las normas bíblicas para la disciplina en la iglesia,
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